Lo que no quiero por el día del periodista

Por el (atrasado) día del periodista, un comentario sobre cinco situaciones que deben desaparecer del periodismo, según el director ejecutivo del CPP, Rodrigo Salazar Zimmermann

Rodrigo Salazar Zimmermann

Rodrigo Salazar Zimmermann

Director ejecutivo del Consejo de la Prensa Peruana

Lo que no quiero por el día del periodista

El día del periodista coincidió con la incertidumbre que trajo el cierre del Congreso. Ese 1 de octubre pasó desapercibido; no era un día para celebrar. Pero ahora que el polvo comienza a asentarse vale la pena hacer una reflexión ‘inversa’ por el día del periodista. Esta vez no voy a reconocer, como cada día del periodista, la labor periodística –queda más que claro que en crisis políticas como las que vive el Perú tiene incluso mayor trascendencia–, sino desear qué quiero ver desterrado de este oficio.

Por el día del periodista no quiero recibir lapiceros o cuadernos de regalo. Tampoco botellas de whisky, tortas y mucho menos correos electrónicos con felicitaciones que llenan mi bandeja de entrada. Pero sobre todo que dejen de acusar a los periodistas que investigan casos de corrupción de ‘vendidos’, ‘mermeleros’ o fabricantes de realidades alternativas con el objetivo de desacreditarlos; que los empresarios dejen de creer que somos sus vitrinas publicitarias, o sus altavoces; que la gente no espere un periodismo digital gratuito; y que los estudiantes de periodismo no pasen por la universidad sin entender que más vale una buena fuente que un like.

Quiero ver desterrado el hostigamiento a los periodistas de investigación. Cuando políticos, narcotraficantes o corruptos atacan o demandan a los periodistas serios que los investigan, suele ser porque algo esconden. En tiempos de polarización política como hoy, los extremos usan al periodismo y a los medios de comunicación como piñatas y los ponen como enemigos del pueblo y la democracia. Se ve en los Estados Unidos de Donald Trump, pero también a nivel local en el grupo ultraconservador ‘La Resistencia’. Esa es, en realidad, una retórica inversa, porque los periodistas serios y responsables están del lado del pueblo y de la democracia. Vale la pena recordar que los dos grandes escándalos de corrupción en el Perú en este siglo —o al menos los dos que han sido descubiertos— han sido destapados por periodistas. En el 2000, el gobierno de Alberto Fujimori, cubierto de corrupción, cayó cuando precisamente un medio de comunicación transmitió el video entre Vladimiro Montesinos y Alberto Kouri. Y desde el 2016 en adelante, han sido en parte periodistas y medios de comunicación los que han puesto al descubierto los escándalos de corrupción de Lava Jato y Lava Juez.

Que empresarios y ejecutivos dejen de creer que el periodismo es su vitrina publicitaria gratuita. Que no sientan que porque dan una hora de su tiempo para una entrevista luego tienen el derecho de quejarse cuando el artículo no beneficia su imagen o porque los citaron después que a su competencia. No estaría mal que dejen de recordarle al periodista que su empresa es un “buen auspiciador” de su medio de comunicación —porque más bien suena a chantaje— y que los equipos de marketing dejen de creer que un aviso viene con franela. También que algunos de los que hacen periodismo económico y de negocios no se compren todo lo que dicen las empresas sin mirar qué hay más allá de la oferta y la demanda.

Por el día del periodista, si puedo soñar, me gustaría ver cómo quienes pagan por Spotify o Netflix también paguen por contenido periodístico digital. El buen periodismo es caro de hacer y por tanto, como cualquier otro producto, debe tener un costo. Que la población no siga tomando trascendentales decisiones sociales o políticas por lo que dice ‘el Face’. Mejor es informarse de pocos conocedores que de muchos ignorantes.

En este día del periodista que los estudiantes de periodismo no crean que el birrete y el cartón bastan. Que no piensen que el periodismo es una ciencia exacta de la cual basta saber sus fórmulas básicas. Es un oficio que deben complementar por el resto de sus vidas con conocimientos de sociología, economía, historia, lingüística, antropología, filosofía y otras ciencias más. El periodista debe ser una persona culta, y eso no viene con el cartón.

También es necesario invocar a que los periodistas no usen su posición para beneficio propio o del auspiciador de su medio de comunicación. Que rompan sus límites políticos. Que los que gritan bajen el tono. Agachemos un poco la cabeza, porque para ser periodista se necesita de mucha, mucha honestidad intelectual y humildad. Al final pareciera sencillo: para ser un buen periodista se necesita básicamente ser una buena persona.